Formas Creativas
lunes, 30 de abril de 2012
sábado, 7 de abril de 2012
Tarapotinos Valientes
Esta es la imagen de un grupo de personas ciegas tocando instrumentos en el aeropuerto de la ciudad de Tarapoto. Me sorprende y me causa admiración cómo se enfrentan a los márgenes marcados por la sociedad y hasta a la discriminación. Ellos no se sienten discapacitados, no ven obstáculos o impedimentos y todos los días tocan su música afuera de un supermercado y se ganan unas cuántas monedas para que puedan comer. Tocan desde cumbia hasta música regional, y llevan años demostrando su talento, por lo que son muy queridos por un buen grupo de gente que ahora, hasta los contratan para algún agasajo o celebración, como en este caso. Ellos día a día no se rinden, enfrentan la vida, el mundo.. ¡¡SON VALIENTES!!
lunes, 2 de abril de 2012
Inocentes súplicas
Es
muy triste ver la realidad que se refleja fuera de nuestra casa, en las calles,
en la ciudad. Todos los días observo rostros inocentes que viven bajo esa
sombra de la pobreza y de la explotación, todos los días pequeñas criaturas
estiran la mano para pedirnos ayuda,
colaboración y para que hagamos posible que puedan comer ese día. Es difícil de
explicar la amargura y el mal sabor que me causa tener que contemplar estos
cuadros, saber que en nuestro país abunda la explotación de menores. Simplemente,
son niños víctimas del abuso de sus padres, que a diario y en condiciones
peligrosas, cambian los juguetes por llevar consigo una bolsita de caramelos que
deben vender por completo, y así ayudar a su familia que se encuentra en total miseria.
Me
lamenta tanto escuchar esas voces que piden colaboración, que sólo necesitan un
sol, percibir esa sensación de ternura e indignación a la vez. En mi mente y en
la de muchos, está la esperanza de algún día poder revertir esta situación, de
acabar con el trabajo infantil, que dejen de ser los niños los vendedores ambulantes
e incorporar a los padres al trabajo decente.
Yo
también fui niña, tengo ahora a dos hermanas menores que también lo son y se me
escarapela el cuerpo de tan sólo pensar que nosotras hubiésemos podido
atravesar en algún momento tal situación, pero gracias a Dios tenemos la dicha
de haber nacido en una familia muy bien constituida y que siempre se esforzó por darnos lo mejor.
Estos
pequeños, deberían reemplazar las pistas y las avenidas por las escuelas y cambiar
sus herramientas de trabajo, como las golosinas o los lustra zapatos, por los
cuadernos y los lapiceros; recibiendo así la educación que se merecen. Todo
esto, se lo deberían brindar sus padres.
lunes, 26 de marzo de 2012
Salvavidas por un día
El verano pasado, a tan solo un día de mi cumpleaños, mi
familia y yo asistimos a un almuerzo en casa de una de mis tías. Como suele ser
en la ciudad de Tarapoto, el calor era intenso y a todos nos provocaba entrar a
la piscina, y mucho más a los niños incluyendo mis dos pequeñas hermanas. Estuvimos
dentro del agua un buen rato hasta que llegó la hora del almuerzo, yo las había
estado cuidando, una de ellas si sabía nadar mientras que la más pequeña tan solo
tenía 3 años pero le encantaba jugar en la parte meas baja. Quise salir junto
con ellas del agua pero al igual que los demás niños, ambas se resistían, decían
que aún no tienen hambre y querían seguir jugando un ratito más. A tanta
insistencia, consulte con mi mamá sobre si dejarlas dentro o no y aceptó, pues
nosotros estaríamos alrededor mirándolas y sólo aconsejamos a la menor que no
intente pasarse a la parte más honda. La comida estaba deliciosa, entre todos
conversamos, bailamos y nos reímos un montón sin perder de vista a los niños
dentro de la piscina y todo parecía estar muy tranquilo, e incluso junto con mi
mamá estuvimos contemplando un rato cómo jugaban. Pero de un momento a otro,
Massiel, la menor de mis hermanitas avanzó hacia Alicia, la más grande, dando
un paso en la parte honda y ocasionando el grito y la desesperación de mi mamá
y de todos los invitados que voltearon a ver qué sucedía pero en unos pocos
segundos, yo ya estaba dentro del agua con ropa y zapatos encima, pues tenía
que salvar a la más pequeña de la familia. Y así fue, la saqué a tiempo y sin
mayores sustos, aunque nos tomó unos minutos salir del asombro y la preocupación.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)