lunes, 26 de marzo de 2012

Salvavidas por un día


El verano pasado, a tan solo un día de mi cumpleaños, mi familia y yo asistimos a un almuerzo en casa de una de mis tías. Como suele ser en la ciudad de Tarapoto, el calor era intenso y a todos nos provocaba entrar a la piscina, y mucho más a los niños incluyendo mis dos pequeñas hermanas. Estuvimos dentro del agua un buen rato hasta que llegó la hora del almuerzo, yo las había estado cuidando, una de ellas si sabía nadar mientras que la más pequeña tan solo tenía 3 años pero le encantaba jugar en la parte meas baja. Quise salir junto con ellas del agua pero al igual que los demás niños, ambas se resistían, decían que aún no tienen hambre y querían seguir jugando un ratito más. A tanta insistencia, consulte con mi mamá sobre si dejarlas dentro o no y aceptó, pues nosotros estaríamos alrededor mirándolas y sólo aconsejamos a la menor que no intente pasarse a la parte más honda. La comida estaba deliciosa, entre todos conversamos, bailamos y nos reímos un montón sin perder de vista a los niños dentro de la piscina y todo parecía estar muy tranquilo, e incluso junto con mi mamá estuvimos contemplando un rato cómo jugaban. Pero de un momento a otro, Massiel, la menor de mis hermanitas avanzó hacia Alicia, la más grande, dando un paso en la parte honda y ocasionando el grito y la desesperación de mi mamá y de todos los invitados que voltearon a ver qué sucedía pero en unos pocos segundos, yo ya estaba dentro del agua con ropa y zapatos encima, pues tenía que salvar a la más pequeña de la familia. Y así fue, la saqué a tiempo y sin mayores sustos, aunque nos tomó unos minutos salir del asombro y la preocupación.